jueves, 2 de agosto de 2012

Capítulo extra II



¿Tengo miedo por él? (Carpe Diem I)

Nervios.

Muchísimos nervios es lo que tenía ese día al despertarme, y siguieron hasta que caí esa misma noche dormida en mi cama.

Eran las ocho de la mañana, 15 de junio, último día de instituto, sin contar la semana siguiente, en la que haríamos el crédito de síntesis por tercera y última vez en nuestras vidas.


Estaba nerviosa por esa semana que me esperaba, donde pasaría mi tiempo con Julio. Las mañanas haciendo el trabajo en grupo con él y los otros integrantes (Mar, Ari, Axel). Las tardes lo mismo pero fuera del instituto, en la casa de uno de nosotros, o en la biblioteca del pueblo.


Estaba nerviosa porque ese día, iríamos de excursión de fin de curso. Al Tibidabo.


El Tibidabo es una especie de Port Aventura, pero un poco más pequeño. Aún así era perfecto para pasar un día con los amigos. Y más si van todos de excursión, nos lo íbamos a pasar en grande. O eso esperábamos.


Bien, me levanté y me vestí con la ropa que había preparado la noche anterior, previniendo que nos mojaríamos en las atracciones de agua. Un bikini, unos shorts viejos y destrozados que no me importaba mojar o destrozar más, una camiseta del mismo estilo, y sandalias.


Me puse un poco de crema solar, aún sabiendo que no me quemaría por mi ya morena piel. No siempre he sido morena, pero cojo el color en la piel muy rápido, y raramente me quemo, aun así, mejor prevenir que curar.


Cogí las gafas de sol, agua fresca, la pizza que sobró la noche anterior, y acabé de preparar la mochila. Me despedí de mi madre y mi hermano y me fui a paso ligero a por Josema, que ya esperaba fuera a que llegara.


—Buenas— me dice con una gran sonrisa.


—Ui, ¿tu contento?— le miro con… extrañeza.


—Acabamos las clases, ¿Qué esperabas? ¿Al Josema deprimido y soso de siempre? Vale, sí —me da un pequeño empujón al ver mi cara de afirmación.


—Pues mira, me alegro de verte así — le digo sinceramente.


Continuamos el camino hablando de cosas triviales y sin importancia hasta que llegamos a el instituto, donde nos separamos para ir cada uno con su grupo.


—Buenos días chicas— les digo alegremente.


Me contestan todas mientras me dan un abrazo. Noto que empieza a llegar gente, así que miro de reojo, por curiosidad. Y como siempre, me da un vuelco al corazón al ver a Julio entre todos sus demás amigos. 


Vuelvo a centrarme en la conversación con las chicas mientras intento que no noten que estoy completamente sonrojada. Finjo estar atenta aun cuando estoy escuchando la conversación que han iniciado los chicos detrás de mí.


—Yo nunca he entrado, pero no creo que pase nada—Samuel les decía.


—Yo tampoco, pero hay que hacerlo—le respondió Oliver—, Ray.


Mierda, pensé.


Me giré lentamente con una sonrisa la mar de falsa en la cara, mientras analizaba las caras de los demás, evitando a Julio.


—Dime, Oliver.


—¿Has entrado al hotel Crüeger? —Negué con la cabeza— ¿Entrarás? —dijo con una sonrisa diabólica en la cara.


—Mientras los actores no tengan tu cara…— le contesto intentando provocarle.


Entonces el resto de chicos empiezan a reír a carcajadas, sacándome una sonrisa de suficiencia. Y arrancándosela a Oliver de la cara.


—Vaya vacilada…—suelta Samuel por lo bajo, provocando más risas aún.


—Bueno, ya sé que al verme te sube la temperatura, pero no te preocupes, entraré contigo por si alguno tiene la cara de Samuel, no vaya a ser que necesites a quien agarrarte… Pero no te quejes luego si toco algo que no tenga que tocar… —dice mientras pasa la mano por mi espalda y me acerca demasiado a él, tanto como para darme un calor insoportable.


Hago esfuerzos para soltarme pero no puedo, mi poca fuerza me lo impide.


—Eh, Oliver, déjala ya— le dice Samuel al ver que me está aplastando contra su pecho—, te estás pasando.


Oliver hace caso omiso a su amigo y con la mano que le sobra empieza a bajar lentamente por mi espalda, acariciándomela, intentando bajar hasta más abajo, cosa que no le puedo impedir…


Pero Julio sí.


—¡Eh! Que la dejes, la vas a asfixiar—le dice mientras empieza a enfadarse, mientras mira fijamente la mano de Oliver que baja muy lentamente, ya está a la mitad de mi espalda.


—Tio, para. De verdad. —Samuel le pone la mano en el hombro, y él le escupe en ella, provocando que 
Samuel le insulte mientras busca a alguien que tenga pañuelos.


Veo como Julio empieza a sacar la furia que saca pocas veces, que consigue atemorizarme más que nada en el mundo, por lo que rezo a quien sea que me esté escuchando que no deje que Julio saque esa furia. Le miro, y veo como está mirando algo que se acerca a nosotros, algo que le tranquiliza, y hace que se calme.


—¡AH! —grita Oliver, mientras me suelta al instante. — ¡Serás ¡%¬&#!


Me giro para comprobar quién ha reaccionado tal y como lo iba a hacer Julio, y me encuentro con los tranquilizantes ojos de Josema, con ése chico que me protege como a una hermana pequeña, y al que he llegado a querer más que a nadie, en algunas ocasiones, como en ésta.


Oliver sale corriendo a por hielo para su cara junto con Samuel, que antes de irse me da un ligero apretón en el hombro, expresando que siente lo ocurrido, mientras Julio se queda observándonos a Josema y a mí, cosa que yo ignoro por completo.


—¡Josema! —me abalanzo a sus brazos — Gracias…


—Pienso partirle la boca a ese…— me dice mientras me acaricia el pelo.


—Sht, me prometiste que no volverías a hacerlo…

—Necesitabas ayuda. —dice zanjando el tema.


Y sigo refugiada en su pecho mientras Julio se va de ahí, apretando los puños, temblando, y deseando haber estado en el lugar de Josema con todas sus fuerzas.


Nos dirigimos todos a la entrada del autobús, donde mis amigas discuten acaloradamente, decido acercarme a ver qué pasa.


—¡Pero si te lo dije y lo aceptaste! Te cabreaste pero dijiste que buscarías otra…—le dice Lidia a Alba, una chica de la clase.


—Pues no me da la gana. ¡Quiero ir contigo y punto!—le contesta enfadada.


—A ver, Alba, tu siempre vas con ella, déjame a mi hoy… —dice Mar tranquilamente sin alterarse.


—¡Que no! —dice Alba y se cruza de brazos.


—A ver, tranquilas… —decido intervenir antes de que Lidia se altere. — Mirad, a ver qué os parece… 


Que Ari vaya con Mar, Lidia con Alba — voy señalando a cada una mientras las nombro— y me quedo yo sola, así puedo dormir durante el viaje, que me muero de sueño.


Empiezan todas a protestar. No les importa ir con tales parejas, pero no les parece justo que sea yo quien se quede sin pareja para la excursión.


—Ya está decidido chicas, no os preocupéis, que si me aburro os tengo a menos de medio metro… Los asientos están pegadísimos ¿recordáis?


Van aceptándolo poco a poco, mientras dejamos las mochilas en el maletero, subimos, y más de la mitad del trayecto me van mirando con cara de “pobrecita, lo mal que lo estará pasando…”. A mí me hace mucha gracia, ya que es una de los mejores viajes que he hecho en autobús, ya que puedo utilizar los dos asientos para ponerme lo más cómoda posible. Decido dormir un poco, para poder aguantar el día entero en ese parque de atracciones tan increíble.


El Tibidabo y sus estupendas vistas de Barcelona.
 El "palo gigante" es el Atalaya, que saldrá  mencionado en el siguiente capitulo.

lunes, 28 de mayo de 2012

Capítulo extra I: Un nuevo amiguito



Eres muy lenta ojazos.

—Claro, como el chulo de Ángel ha pegado el estirón y tiene unas piernas mucho más largas que las de la enana que soy, va mucho más rápido.

Le di un pisotón.

—Está bien, iré a tu ritmo… —decía mientras empezaba a ir a cámara lenta.

—El pisotón no es nada comparado con la colleja que te vas a llevar.

—Ui, que miedo, como tienes la fuerza de Hulk…

Le gruñí y empecé a correr, dejándole atrás. A los pocos minutos le volvía a tener al lado.

—Lenta.

—Chulo.

—Fea.

—Idiota.

—Farola.

—¿Qué?

Tarde. Me di cuenta de que tenía una farola en mi camino demasiado tarde.

—Jajajajajajajajajajajajajaja… —Ángel paró para coger aire—¡ Jajajajajajajajajajajajajajajajajaja!

—No tiene gracia. —le digo mientras me levanto.

—Sí la tiene… Te sale sangre del labio.

Me toqué el labio inferior y noté un ligero dolor, al separar la mano vi que era cierto.

—Bueno, ¿dónde está tu casa?

 —Ahí, la tercera portería.

—Vamos.

Hicimos el resto de camino en silencio (cosa rara), Ángel parecía estar en su mundo, pensando (cosa más rara aún) en algo muy importante.

Subimos en el ascensor en completo silencio, y entramos por la puerta “C”.

—Siéntate donde quieras, voy a por algo para la herida.

Asentí, y después de verle desaparecer por una puerta, busqué hasta encontrarlo: el cuarto de Ángel. No se parecía a ninguno de los pocos cuartos de chico adolescente que había visto hasta ese momento, era luminoso, estaba extremadamente limpio y recogido, y la cama hecha perfectamente, sin ninguna arruga.
Me senté en el suelo para no destrozar esa perfección, y me dediqué a observar las fotografías con el que debería  ser su hermano pequeño, eran igualitos.

—¿Qué haces aquí? —Ángel volvía con un bote blanco y un poco de algodón.

—Me has dicho que me sentara donde quisiera…

—Y has tenido que ir al suelo de mi habitación.

—Sí —dije aparentando seguridad, cosa que no era cierta. Tenía miedo de que empezara a gritarme de un momento a otro.

—Buena elección, además con el calor que hace, el suelo refresca. —dijo extremadamente calmado.

—Eh… Sí, vale…

—Pero vas a tener que sentarte en la cama, sino no podré curarte bien.

—¿Tú? ¿Curarme?

—Sí, yo, curarte. ¿Tú ser tonta?

—Yo no ser tonta, tú ser idiota. —le contesté, divertida, mientras me sentaba en la cama.

Ángel se tumbó bruscamente a mi lado, y se oyó un pequeño ruido proveniente de la almohada.

Me fijé en el pequeño cojín (o lo que yo creía que era un cojín) que había al lado de la almohada.

—¡Eso es…!

—Sí, un mapache — acaba él, mientras sonríe al ver mi expresión.

—¡Que monada! —miraba alternando a Ángel, al pequeño mapache, a Ángel otra vez… No me lo creía.

—¿Te gusta? Cansa un poco, pero a medida que pasa el tiempo se le coge cariño.

Le pegué en el brazo, recriminándole.

—Es la cosita peluda más bonita y que he visto en mi vida.

—Hablaba con el mapache, no contigo, tonta.

—¡Pero serás idiota…! –le dije, pegándole aún más fuerte.

—Se llama Brownie.

—Jajajaja, ¿Brownie?

—Sí, dulce como un brownie, y marron, brown en inglés. —dijo mientras se sonrojaba.

—El gamberro de Ángel con un dulce mapache en su casa…

—¡Como se lo digas a alguien…! —empezó a amenazarme mientras se acercaba demasiado.

—Como se lo diga a alguien… ¿Qué? —le digo mientras le mantengo la mirada.

—Te arrepentirás.

—Ya veremos. —le saqué la lengua para enfadarle más aún.

—Bueno va, estate quieta.

Puso un poco de líquido en el algodón y se quedó mirando mis labios unos segundos antes de poner el algodón sobre mi labio inferior delicadamente…

Me quejé un poco por el escozor.

—Aguanta un poco, sino luego será peor.

—Vale…

Ángel estaba concentrado en mis labios, por lo que yo pude aprovechar para observarle desde cerca.
Su pelo claro estaba despeinado, pero le quedaba muy bien. Sus ojos, como siempre, brillaban con ese verde oliva que tan hipnotizada me dejaban. Sus labios… Finos y con un color ligeramente rosado…

—Ya está.

Ángel dejó de curarme y pasó su vista de mis labios a los ojos.  

—Si sigues mirándome así te voy a tener que denunciar ojazos.

—No hay mucha cosa más que mirar —le contesté mientras me centraba en el mapache, que se había acomodado en mis piernas.

—Le gustas… —Levanté la vista y vi… ¿Amor? Ángel le tenía un tremendo aprecio al mapache, por lo visto.

—Y a mí me gusta él…

—Conseguiréis ponerme celoso entre los dos — me dijo con una dulce sonrisa en la cara.

—¿Por qué?

—¿Por qué qué?

—¿Por qué aquí eres la persona más dulce del mundo, por qué no fuera, por qué en el instituto eres el engreído y chulo al que no le importa nadie más que el mismo?

—Porque si muestro la mínima debilidad ahí fuera, se me comen. Pierden el respeto hacia ti, y te dejan solo.

—Pues yo prefiero estar sola que acompañada por interesados.

—¿Prefieres ser tú misma y no tener amigos?

—Soy yo misma, y tengo amigos. Verdaderos amigos. No lo que tienes tú.

—Lo… Lo pensaré…

                                                             ***

Ya habíamos acabado lo que faltaba del Trabajo de Síntesis, por lo que me dirigí a la puerta de su casa.
—Bueno… Gracias por ayudarme, de verdad lo necesitaba…

—Lo sé —Se acercó lentamente, evaluando mi reacción. Me dio un beso en la cara, muy cerca de los labios —. Gracias por curarme.

—De nada, hasta mañana, y ¡cuídate esa herida!

—Hasta mañana… Piensa lo que hemos hablado, ¿Vale?

—Vale.

Al salir a la calle me di cuenta de lo tarde que era. Se había hecho de noche.

Empecé a ir hacia casa con el paso acelerado, presentía algo malo. Miraba hacia todos lados, asustada. Oía pasos a ratos, y eso me ponía nerviosa al girarme y no ver a nadie.

De golpe alguien me tapó la boca desde detrás y me arrastró a un callejón.

Estaba asustada, y al principio no caí donde estaba. Pero luego me di cuenta de que era el mismo callejón que cogíamos Julio y yo para ir a su casa. Realmente también era precioso por la noche. Una única farola iluminaba el sitio, haciéndolo cálido y dejando ver las plantas y flores que formaban el bonito arco.

Me giré y me encontré con Julio, con un divertido y sonrojado Julio.

—Eres tonto, ¿lo sabías? ¡Me has asustado idiota!

—Lo siento, pero estás muy graciosa.

—¿Qué haces aquí a estas horas?

—Eso es lo que yo te debería preguntar, yo vivo al lado, estaba tirando la basura…

—Ah…

—¿Y bien?

—¿Y bien qué?

—Que qué haces aquí…

—Vengo… De casa de Mar. Me estaba ayudando con mi trabajo del Crédito.

—Ah… Bueno, pues… ¿Nos vemos mañana?

—Nos vemos mañana.

Me dirigí hacia mi casa mientras, sin poder evitarlo se dibujó una sonrisa en mi cara.

—Te gusta mucho. ¿Verdad?

—¡Ángel! ¡Por dios! Me vais a matar a base de sustos…

—No me has contestado…

—No… No me gusta…

—¡Venga ya, Ray! ¡Quizás a otros puedes, pero a mí no me engañas! ¡Esa sonrisa es la que se me queda a 
mí cuando…! ¡Cuando…! Bueno, que te gusta. ¿Vale?

—¡¿Y que si me gusta?!

—Pues… Nada, solo preguntaba…

—¿Y tú qué haces aquí? —le dije aún enfadada.

—Pues… Tenía… Un mal presentimiento, no lo sé… Así que quería acompañarte para asegurarme… De 
que no te pasaba nada. Pero ya veo que te ha ido bien y todo que no estuviera… Bueno, me voy.

—Eh… Sí, como quieras… Gracias…

—¿Cómo quiera? Yo querer, quiero mucho, quiero acompañarte, quiero conocerte, quiero estar contigo, te quiero a ti, pero no. No, porque estoy seguro que él te mira de la misma forma que yo, que te quiere, si es posible, más que yo. Estoy seguro de que acabareis juntos y de que no eres para mí, así que, sintiéndolo mucho, como quiera, no. Pero voy a acompañarte a casa, que es una de las pocas cosas que puedo hacer realidad…

—Ángel… Yo… —Quería decirle lo que me hacía sentir. Que no era un compañero más, era alguien muy especial para mí que me hacía sentir cosas emocionalmente increíbles. Pero sabía que eso solo nos haría más daño a ambos, porque yo, a pesar de todo, quería a Julio, le quería como a nadie… Y no podía engañarme pensando que quien necesito a mi lado es Ángel, porque no era así.— Lo siento…

—No te preocupes, se me pasará… — Se acercó con una sonrisa forzada a mí, me dio el beso más tierno que he sentido nunca en la mejilla, y me llevó a casa de la mano, disfrutando del que sería nuestro momento. 
El último, pero nuestro, y de nadie más.


 El pequeño mapache de Ángel: Brownie.

domingo, 20 de mayo de 2012

Portada para la continuación


Me gustaría que opinarais sobre la portada para mi nueva historia: Batalla de miradas. Es la continuación de Una nueva vida,  y espero que guste igual o más que esta.
Ya adelantaré alguna parte, por el momento tan solo pido la opinión sobre la portada. ¡Muchas gracias!  



Molts petons (L)

lunes, 9 de abril de 2012

Libros, historias, autores...

Bien, como primer tema, y como lo primero que podéis encontrar en mi estante... Libros

Se puede ver la colección de mis primeros libros... "Harry Potter y..." Cómo no. 

Puedes encontrar libros tanto en español, como en catalán, como en inglés. De grandes autores como J.R.R. Tolkien o Stephen King, de Laura Gallego, Trudi Canavan, y Manuel de Pedrolo, entre otros.

Todos ellos tienen una forma de escribir que me fascina, se por una cosa u otra. 

También se encuentran (entre los libros para leídos en el instituto) clásicos hispánicos como La casa de Bernarda alba, de Lorca. Y antologías poéticas, donde se encuentran poemas tanto de Juan Ramón Jimenez, como de Pablo Neruda, y por supuesto anónimos (entre muchos otros poetas).

Y en mi reciente descubrimiento Wattpad,hay una biblioteca entera llena de increíbles autores y autoras, que escriben fanfics como ¿Quién conoce realmente a Draco Malfoy? , gran humor y grandes locuras como El Club de Hopewell, y luego está Carla, que como tiene tanto humor, como ficción para adolescentes, como fantasía... Todos los géneros, y todos igual de increíblemente escritos, que no tengo palabras suficientes para describir sus obras. Así que me limito a dar su blog: http://hittofictions.blogspot.com/ y simplemente leed. ;)


Y hasta aquí un poco más de información sobre mi estantería :)

Molts petons ^^



¡Bienvenid@s al blog!

Oficialmente, me ha sido otorgado el honor de tener este blog... ¡Gracias! :D

Aquí publicaré, principalmente, todo lo que te puedes encontrar en mi mundo. La estantería.
Libros, películas, dibujos, partituras, creaciones extrañas, imágenes y fotografías, pequeños escritos, y muchas opiniones sobre ello. Claro que, lo principal es opinar, así que ya te estas registrando si no lo estás ya, y ¡empieza a comentar!

Así que os doy la bienvenida a mi mundo... ¡Un tranquilo lugar donde pasar el rato! (O las horas).

Molts petons ;)